sábado, 19 de enero de 2013

Óscar Yanes: el reportero del inmediato pasado venezolano






Paola Marchena

Baja estatura, gran bigote gris que combina con un borsalino, grandes ojos cafés, está casi llegando a las nueve décadas de existencia, pero él se siente “como de 40”. Dos frases características de este personaje están incluidas en la memoria del venezolano. ¿Quién no ha ganado un argumento diciendo “¡chúpate esa mandarina!”?, o cuando descubrimos algo interesante decimos “así son las cosas”. Estamos hablando nada menos que del periodista Óscar Yanes, “el reportero del inmediato pasado venezolano”, como a él le gusta presentarse.

Capítulo I: “¿Cuánto se paga aquí por leer?”
Yanes nació el 25 de abril de 1927 en Caracas y desde pequeño se mostró fanático de los libros, tanto que las vacaciones de la escuela transcurrían en la Biblioteca Nacional, leyendo a Julio Verne, Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Arthur Conan Doyle, entre otros ilustres escritores. Tener una infancia con bajos recursos lo llevó a probar diferentes formas de distracción.

Cuenta que su primer contacto con la Biblioteca se dio en 1937, cuando iba encaminado a la panadería Altagracia, donde su padre era repostero (y donde solía contar el pan por real y medio), y pasó por donde está la actual Asamblea Nacional. Vio a un grupo de personas leyendo por la ventana, se acercó al vigilante y le preguntó: “¿cuánto se paga aquí por leer?”. La respuesta: “aquí no se paga nada. Esto es del gobierno, te prestan los libros y el periódico”.

Al entrar se encontró con un señor que le preguntó qué hacía ahí a lo que Yanes contestó: “quiero saber si de verdad aquí se puede leer gratis, porque no tengo para pagar los libros ni los periódicos”. El señor le afirmó que, efectivamente, podía leer todo lo quisiera sin pagar ni un céntimo. De 8:30 de la mañana hasta las 5 de la tarde. Y desde ese momento iba todos los días a leer. Se llevaba un termo de café y un sándwich. Descubrió que ese señor era el director de la Biblioteca Nacional, Enrique Planchart.

Acercándose al periodismo
Un aviso de El Universal frustró su interés de ser psiquiatra, fue una coincidencia del destino. Ingresó en la Universidad Libre “Augusteo”, la primera escuela de periodismo de Venezuela. A los catorce años comenzó como reportero en el diario Últimas Noticias en donde se encargaba de titular las noticias de la Segunda Guerra Mundial. Y como cualquier universitario, hacía malabares entre el trabajo y los estudios, en su caso, cursó en la primera promoción de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela.

Su primer Premio Nacional de Periodistas lo recibió en 1964 por un trabajo titulado “Edoardo León Ponte, Precursor del Periodismo Moderno en Venezuela”. Al año siguiente repite el galardón gracias a su antigüedad y pericia en el periodismo.

En los sesenta, la década del flower power y de la televisión en Venezuela, a Armandito se le presenta la oportunidad de viajar al exterior como corresponsal en Estados Unidos y en la BBC de Londres. Precisamente durante esa década estaba sucediendo la Guerra de Vietnam, en la que se convirtió en corresponsal de guerra. Sobre el conflicto realizó seis reportajes: “La guerra en el mar”, “La guerra en el aire”, “La guerra en la selva”, “El Vietcong”, “La religión” y “La mujer vietnamita”.

Néstor Rodríguez Lamelas fue su compañero y colega durante el conflicto armado y en la misión en Haití, en la grabación de los reportajes sobre el Vudú y otras creencias religiosas. Yánes y Rodríguez Lamelas son considerados como los pioneros del nuevo periodismo televisivo en Venezuela, según Rodríguez Lamelas, ellos convirtieron el periodismo en espectáculo, transmitiendo las imágenes de la guerra por televisión.

Cosas de Yanes
El punto final más famoso de Venezuela surgió gracias a su entonces esposa, la fallecida actriz Agustina Martín. Fascinada por sus cuentos, le sugirió que los convirtiera en micros radiales, a lo que surgió la pregunta de las 30mil lochas: ¿cómo lo llamamos? A Óscar se le ocurrió “Cosas de Yanes”, pero Agustina lo frenó diciéndole que “era un nombre muy pretencioso… Ni que fueras Thomas Alba Edison”, y sugirió una frase genérica utilizada por todos los venezolanos: “Así son las cosas”.

¿Y de dónde salió “¡chúpate esa mandarina!”? Él mismo reconoce que ese refrán le costó varias bofetadas cuando era pequeño, porque en aquella época, en la parroquia de San Juan (lugar de nacimiento), tal frase era considerada una grosería. Asocia la frase con otra que se utilizaba en esa época cuando pasaba una mujer atractiva. Se decía que era “más sabrosa que una mandarina”. De allí que la frase más conocida se considerara vulgar. Y si preguntan cuál es su refrán favorito, es “o se come gallina o se muere arponeado”. “Un dicho llanero que significa que tienes que cumplir las metas que te traces a como dé lugar”.

Quizás su fascinación por la historia surgió cuando tan solo era un niño. Su madre murió cuando él estaba muy pequeño, por lo que nunca la conoció personalmente. Solo mediante fotos que su abuela le mostraba. La que más le marcó fue una que mostraba a su mamá como una niña, por eso él la llamaba “Mamá chiquita”.  Para Óscar, su  madre se convirtió en una leyenda, gracias a las historias que le contaba su abuela.

Se considera “sumamente supersticioso”, siempre lleva consigo un amuleto que es un colmillo de un tigre de bengala. Se lo regaló un amigo que era director de un zoológico. También lleva la cruz de la vida de la religión musulmana, que le regalaron en Egipto. Pero también considera que la fe es uno de los objetos que más atesora, “es todo lo bueno que existe”.

Inmediato pasado
Óscar Yanes es una referencia obligatoria en la historia de Venezuela. A su parecer, esos “cuentos” son historias de ayer contadas desde una visión diferente. Pensó en contar la historia desde el periodismo, porque “¡imagínate tú qué interesante sería si el periodismo de hoy hubiese existido aquel 19 de abril de 1810 en el país! ¡Cuántas cosas hubiéramos averiguado!”.

De allí surgió Así son las cosas y otros proyectos de Óscar con el objetivo de sustituir la figura del abuelo “cuenta-cuentos” que despertó interés en miles de jóvenes acerca de la historia contemporánea venezolana. De hecho, se considera que es el escritor más leído en Venezuela.

Tigre no come tigre”
Incursionó en la política como Presidente de la Comisión de Medios de la Cámara de Diputados y más adelante como diputado de los estados Nueva Esparta y Carabobo. Dice que su mayor imprudencia fue creer en la política venezolana. “Me veían como una suerte de salvaje de la aristocracia copeyana, aunque creo que logré imprimirle algo de simpatía popular”.

Realizó el programa de entrevistas “La silla caliente”, en plena campaña electoral de 1998 en la que sentó a Hugo Chávez, en la que tuvieron una fogosa discusión, de la que surgió el famoso fragmento de “Tigre no come tigre”.


Una última confesión
Óscar Yanes ha vivido los hechos más importantes del siglo XX. Lo ha visto todo, los ha entrevistado a todos, ha hecho de todo. Sin embargo, para un periodista nunca es suficiente, siempre se está en la búsqueda de más y más conocimientos.

Si tuviese que elegir un momento de la historia que le hubiese gustado presenciar, nombra la escena bíblica que se produce durante la entrevista entre Poncio Pilatos y Jesucristo: “Creo que es lo más espectacular de la historia universal. Cuando Pilatos le pregunta: ‘¿qué es la verdad?’, y Jesús guarda silencio”. De haber estado allí hubiese preguntado: “Maestro, por favor, diga qué es la verdad”.

Así son las cosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario