miércoles, 17 de junio de 2009

“Estoy comprometido a seguir hasta el final”


Desde que nació en la soleada ciudad de Puerto la Cruz, hasta que empezó su lucha con un “tamborcito” en las manos, el actual Concejal Metropolitano, Freddy Guevara Cortez, no ha parado de soñar en salvar al mundo y hoy más que nunca, a su país.


Anyelitz Yánez



Tu mamá dijo que eres artista desde pequeño

(Risas) Mi mamá si es chismosa. De pequeño actuaba en las obras del colegio, como todo niño hace, pero tampoco un “artista”.

¿Y en qué creías o soñabas?

Soñaba con salvar al mundo. Veía demasiadas comiquitas, era adicto a ellas, entonces siempre imaginaba que estaba en un grupo que trabajaba por la justicia y por la paz. En mis juegos siempre había un peligro, una bomba, un meteorito, algo que destruía al mundo y yo siempre lo salvaba, quizás de ahí me viene mi compromiso con mi país. Mi mamá decía que tenía sensibilidad social, me gustaban las ONG, el tema del planeta, leía sobre ellos pero no hacía nada como tal.

¿En que momento pasaste de la teoría a la práctica?

Cuando comencé la universidad un grupo estaba lanzando una plancha para el centro de estudiantes en donde Geraldine Álvarez era la presidenta. A mí eso no me interesaba, pero a través de la novia de mi mejor amigo que estaba metida me preguntaron que si me sabía un nombre fino en esperanto para ponerle…

¿Hablas esperanto?

Hubo una época que me dio por leer en esperanto y aprendí a hablar 0.2%. No sé, me provocó.

Entonces…

Bueno, me preguntaron eso, empezamos a hablar y me dijeron que si quería ser el secretario, yo les dije que era muy desordenado y que no me gustaba eso de los centros de estudiantes porque no hacen mucho, me dijeron “métete para cambiarlo” y me metí. Le agarré cariño a la campaña, me gustó mucho hablar con la gente y por alguna razón me empezaron a llamar el político. Lo que pasa es que luego de la campaña me metí en un grupo que se llama Cambio, en el que trabajábamos en política nacional, por eso fue lo de político. Mientras estuve en el centro se montó una protesta simbólica de 36 horas de ayuno, por la Ley Orgánica de Educación, yo estaba participando y salió por todos los medios, causó impacto y como que ahí le agarré el gusto a la cuestión, pensé que se podía hacer algo. Luego vino la muerte de los hermanos Faddoul, la tranca de la universidad y la marcha al Ministerio de Interior y Justicia y me di cuenta de la importancia y el poder que tienen los jóvenes, porque trancamos la calle, marchamos sin permisos y no nos pasó nada, hasta el Ministro nos recibió. Luego vino acuéstate por la vida y la campaña presidencial. En esto trabajé mucho con Cambio, estaba ya en el mundo de la política pero no me sentía político como tal. Me postulé al Consejo Universitario ofreciendo la “resistencia nacional” ¿qué loco yo verdad?. Esto empezó a cambiar por un profesor de la universidad, Francisco Coello, que nos daba política y me di cuenta que no era mala, sino una forma de cambiar la realidad. Comprendí que no eran solo las marchas y las protestas, no sólo era Chávez, sino el problema del país en general. Luego me lancé como presidente al centro de estudiantes con mi equipo, Convicción, y finalmente como Concejal Metropolitano asumiendo que los cambios los tiene que hacer uno.

Creo que fueron tres etapas: cuando no me importaba, cuando me empezó a importar y cuando me interesó como tal y que esto es un ciclo ¿en qué sentido?, uno se da cuenta que hay problemas y decide trabajar para cambiarlos, si lo logras genera poder, el poder genera responsabilidad, si logras superar esta responsabilidad te genera más poder y más responsabilidad y así es el círculo. Esa frase no es mía sino del abuelo de Peter Parker (Spiderman) que antes de morir le dijo: “Peter, un gran poder conlleva a una gran responsabilidad” y es así.

Como vocero, como líder, ¿cómo te sentiste? ¿Cómo se sintió tu familia?

Era la responsabilidad que teníamos. Nunca sentí que era mi momento ni el “tipo”, simplemente que tenía una responsabilidad con mi país. Yo no tengo miedo escénico, entonces me dijeron: Freddy habla, y hablé y a la gente le gustó. Ser vocero fue mi responsabilidad en ese momento. Mi familia al principio me decía fuera cauteloso, que tuviera cuidado, la preocupación de cualquier padre con un hijo en el Movimiento Estudiantil, luego cuando se dieron cuenta que estaba metido de cabeza el. susto fue mayor. Pero yo sé, lo he asumido muy ligth, es muy lindo que la gente te salude, te abrace, te de palabras de aliento, pero nunca se me olvida que aquí ha habido mil candidatos presidenciales desde que está Chávez, los petroleros de PDVSA, los Militares de Altamira, los de la CTV, a Rosales, a todos al principio los querían y después los odiaban. Si nosotros no hubiésemos ganado la reforma estoy seguro que hubiesen dicho que nos vendimos, que nos utilizaron, por eso no me considero un héroe de la patria y eso me ha ayudado a tener los pies en la tierra.

¿La Reforma?

Sentía miedo por el país. Siempre me preguntan si sentí miedo y claro que sí, pero es inferior al miedo de perder al país si uno no hace nada. Nosotros asumíamos que íbamos a perder y nuestra preocupación era cómo íbamos a hacer para llevar después la bandera de lucha. Había miedo porque nos empezaron a cercar más y nos reprimían, había confusión, pero también había mucha madurez en el discurso. Yo ahora que estoy en la política formal me he dado cuenta que había mucha más discusión política de profundidad en el Movimiento Estudiantil que en los partidos políticos actuales. Debatíamos sobre qué es la libertad, sobre los riesgos, sobre la responsabilidad que teníamos como líderes frente a los jóvenes, las amenazas de muerte, si valía la pena arriesgarse o no, unos debates ideológicos gigantescos, que yo no he visto dentro de los partidos políticos de oposición. Creo que lo manejamos bien, que había muchos sentimientos y que sabíamos que lo teníamos que hacer porque no quedaba de otra.

¿Pero cómo transmitir o hacer que la gente se sumara a esta lucha?

Yo creo que no hay nada mejor que hablar con lo que uno cree. Hay una máxima de la vocería que dice que no tienes que decir lo que sientes sino sentir lo que dices, esto puede ser hasta manipulador, pero creo que nosotros todo lo que decíamos lo sentíamos de verdad y lo que sentíamos también lo decíamos, eran las dos cosas. Creo que la gente nos escuchaba y se identificaban, había una empatía. Pero en momento en que están en juego los valores fundamentales, que no son unas elecciones sino cosas mínimas, la libertad de expresión, el derecho de poder protestar, ahí hay un solo discurso porque hay un valor, un derecho y un principio.

Ganas como Concejal y pasa lo de la Alcaldía Mayor, ¿qué sentiste?

Frustración, dolor, molestia, impotencia, decepción, pero también asumir que uno está aquí para esto, para recibir los palos, para aguantar, pero para devolverlos defendiendo tus derechos. Yo estoy comprometido a seguir hasta el final, es ser libres o esclavos, no hay más nada. Mi objetivo no es tumbar a Chávez, es transformar a Venezuela, ver como cambiar y transformarle la vida a la gente, a un país. Sí hay herramientas para transformar la realidad, lo que hay es que montarse y hacerlo y es lo que estoy decidido hacer. Creo sinceramente que todo lo que hacemos para mejorar no lo para nadie, esto en realidad es una revolución que ha ocurrido en la mente de todo el que está aquí y que ha hecho despertar a una sociedad venezolana.

Una lección bien aprendida

En la marcha de los próceres cuando era un chamo, iba de primero con un tamborcito y nos lanzaron unas bombas, mi mamá se desmayó, yo me tiré al suelo y dije: me morí. De repente pasó un tipo inmune gritando: párense que las bombas no matan. Así es el país, aunque te pongan trabas, aunque traten de detenerte, tienes que seguir y luchar por lo que crees.

Un poco más…

Yo chiquito era hipocondríaco y me salía un chichón y decía: mamá tengo un tumor, me salía una picada: mamá tengo cáncer de piel. Se me quitó después pero me quedó un poquito. Estaba en México cuando explotó la gripe porcina y cuando llegué dije: voy a contagiar a todo el mundo, voy a ser el culpable de que se muera la mitad de Venezuela y aparte el gobierno me va a echar la culpa a mí. Además empecé a estornudar y me puse una cuarentena autoimpuesta. Al final no tenía nada y gracias a Dios no fue culpa mía que llegara al país.

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