Paola
Marchena
Baja estatura, gran bigote
gris que combina con un borsalino, grandes ojos cafés, está casi llegando a las
nueve décadas de existencia, pero él se siente “como de 40”. Dos frases
características de este personaje están incluidas en la memoria del venezolano.
¿Quién no ha ganado un argumento diciendo “¡chúpate
esa mandarina!”?, o cuando descubrimos algo interesante decimos “así son las cosas”. Estamos hablando
nada menos que del periodista Óscar Yanes, “el reportero del inmediato pasado
venezolano”, como a él le gusta presentarse.
Capítulo
I: “¿Cuánto se paga aquí por leer?”
Yanes nació el 25 de abril de
1927 en Caracas y desde pequeño se mostró fanático de los libros, tanto que las
vacaciones de la escuela transcurrían en la Biblioteca Nacional, leyendo a
Julio Verne, Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Arthur Conan Doyle, entre otros
ilustres escritores. Tener una infancia con bajos recursos lo llevó a probar
diferentes formas de distracción.
Cuenta que su primer contacto
con la Biblioteca se dio en 1937, cuando iba encaminado a la panadería
Altagracia, donde su padre era repostero (y donde solía contar el pan por real
y medio), y pasó por donde está la actual Asamblea Nacional. Vio a un grupo de
personas leyendo por la ventana, se acercó al vigilante y le preguntó: “¿cuánto
se paga aquí por leer?”. La respuesta: “aquí no se paga nada. Esto es del
gobierno, te prestan los libros y el periódico”.
Al entrar se encontró con un
señor que le preguntó qué hacía ahí a lo que Yanes contestó: “quiero saber si
de verdad aquí se puede leer gratis, porque no tengo para pagar los libros ni
los periódicos”. El señor le afirmó que, efectivamente, podía leer todo lo
quisiera sin pagar ni un céntimo. De 8:30 de la mañana hasta las 5 de la tarde.
Y desde ese momento iba todos los días a leer. Se llevaba un termo de café y un
sándwich. Descubrió que ese señor era el director de la Biblioteca Nacional,
Enrique Planchart.
Acercándose
al periodismo
Un aviso de El Universal
frustró su interés de ser psiquiatra, fue una coincidencia del destino. Ingresó
en la Universidad Libre “Augusteo”, la primera escuela de periodismo de
Venezuela. A los catorce años comenzó como reportero en el diario Últimas Noticias
en donde se encargaba de titular las noticias de la Segunda Guerra Mundial. Y
como cualquier universitario, hacía malabares entre el trabajo y los estudios,
en su caso, cursó en la primera promoción de Comunicación Social de la
Universidad Central de Venezuela.
Su primer Premio Nacional de
Periodistas lo recibió en 1964 por un trabajo titulado “Edoardo León Ponte,
Precursor del Periodismo Moderno en Venezuela”. Al año siguiente repite el
galardón gracias a su antigüedad y pericia en el periodismo.
En los sesenta, la década del flower power y de la televisión en
Venezuela, a Armandito se le presenta
la oportunidad de viajar al exterior como corresponsal en Estados Unidos y en
la BBC de Londres. Precisamente durante esa década estaba sucediendo la Guerra de
Vietnam, en la que se convirtió en corresponsal de guerra. Sobre el conflicto
realizó seis reportajes: “La guerra en el mar”, “La guerra en el aire”, “La
guerra en la selva”, “El Vietcong”, “La religión” y “La mujer vietnamita”.
Néstor Rodríguez Lamelas fue
su compañero y colega durante el conflicto armado y en la misión en Haití, en
la grabación de los reportajes sobre el Vudú y otras creencias religiosas.
Yánes y Rodríguez Lamelas son considerados como los pioneros del nuevo periodismo
televisivo en Venezuela, según Rodríguez Lamelas, ellos convirtieron el
periodismo en espectáculo, transmitiendo las imágenes de la guerra por
televisión.
Cosas
de Yanes
El punto final más famoso de
Venezuela surgió gracias a su entonces esposa, la fallecida actriz Agustina Martín.
Fascinada por sus cuentos, le sugirió que los convirtiera en micros radiales, a
lo que surgió la pregunta de las 30mil lochas: ¿cómo lo llamamos? A Óscar se le
ocurrió “Cosas de Yanes”, pero Agustina lo frenó diciéndole que “era un nombre
muy pretencioso… Ni que fueras Thomas Alba Edison”, y sugirió una frase
genérica utilizada por todos los venezolanos: “Así son las cosas”.
¿Y de dónde salió “¡chúpate esa mandarina!”? Él mismo reconoce que ese refrán le costó varias bofetadas cuando era pequeño, porque en
aquella época, en la parroquia de San Juan (lugar de nacimiento), tal frase era
considerada una grosería. Asocia la frase con otra que se utilizaba en esa
época cuando pasaba una mujer atractiva. Se decía que era “más sabrosa que una
mandarina”. De allí que la frase más conocida se considerara vulgar. Y si preguntan cuál es su
refrán favorito, es “o se come gallina o
se muere arponeado”. “Un dicho llanero que significa que tienes que cumplir
las metas que te traces a como dé lugar”.
Quizás su fascinación por la
historia surgió cuando tan solo era un niño. Su madre murió cuando él estaba
muy pequeño, por lo que nunca la conoció personalmente. Solo mediante fotos que
su abuela le mostraba. La que más le marcó fue una que mostraba a su mamá como una
niña, por eso él la llamaba “Mamá chiquita”.
Para Óscar, su madre se convirtió
en una leyenda, gracias a las historias que le contaba su abuela.
Se considera “sumamente
supersticioso”, siempre lleva consigo un amuleto que es un colmillo de un tigre
de bengala. Se lo regaló un amigo que era director de un zoológico. También
lleva la cruz de la vida de la religión musulmana, que le regalaron en Egipto.
Pero también considera que la fe es uno de los objetos que más atesora, “es
todo lo bueno que existe”.
Inmediato
pasado
Óscar Yanes es una referencia
obligatoria en la historia de Venezuela. A su parecer, esos “cuentos” son
historias de ayer contadas desde una visión diferente. Pensó en contar la
historia desde el periodismo, porque “¡imagínate tú qué interesante sería si el
periodismo de hoy hubiese existido aquel 19 de abril de 1810 en el país!
¡Cuántas cosas hubiéramos averiguado!”.
De allí surgió Así son las cosas y otros proyectos de
Óscar con el objetivo de sustituir la figura del abuelo “cuenta-cuentos” que
despertó interés en miles de jóvenes acerca de la historia contemporánea
venezolana. De hecho, se considera que es el escritor más leído en Venezuela.
“Tigre no come tigre”
Incursionó en la política como
Presidente de la Comisión de Medios de la Cámara de Diputados y más adelante
como diputado de los estados Nueva Esparta y Carabobo. Dice que su mayor
imprudencia fue creer en la política venezolana. “Me veían como una suerte de
salvaje de la aristocracia copeyana, aunque creo que logré imprimirle algo de
simpatía popular”.
Realizó el programa de
entrevistas “La silla caliente”, en plena campaña electoral de 1998 en la que
sentó a Hugo Chávez, en la que tuvieron una fogosa discusión, de la que surgió
el famoso fragmento de “Tigre no come tigre”.
Óscar Yanes ha vivido los
hechos más importantes del siglo XX. Lo ha visto todo, los ha entrevistado a
todos, ha hecho de todo. Sin embargo, para un periodista nunca es suficiente,
siempre se está en la búsqueda de más y más conocimientos.
Si tuviese que elegir un
momento de la historia que le hubiese gustado presenciar, nombra la escena
bíblica que se produce durante la entrevista entre Poncio Pilatos y Jesucristo:
“Creo que es lo más espectacular de la historia universal. Cuando Pilatos le
pregunta: ‘¿qué es la verdad?’, y Jesús guarda silencio”. De haber estado allí
hubiese preguntado: “Maestro, por favor, diga qué es la verdad”.
Así son las cosas.
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