La serie de cortos
animados “Cárcel o infierno” le ha abierto las puertas a Luidig Ochoa en el
mundo audiovisual
La comiquita que no
juega
Foto: Últimas Noticias
“Cárcel o infierno” es resultado de las
experiencias de Luidig Ochoa durante el tiempo que estuvo en prisión.
Explotando un talento que tuvo desde pequeño, pero que se mantuvo incubierto,
hoy en día ha logrado reinsertarse a la sociedad y ser un ciudadano productivo.
Pero las marcas de lo vivido en ese “infierno” no se le borrarán nunca
Por
Andrea Rodríguez Panagiotopoulos
Él
conoce el monstruo desde adentro. Con sus 32 años, los tres tiros que en algún
momento recibió en el rostro y sus pronunciadas ojeras y pómulos prominentes
le hicieron acreedor del seudónimo “cara e’ muerto”. Estuvo preso durante cinco
años (del 2000 a 2005) en varias cárceles del país, entre las que destaca el
Centro Penitenciario de Aragua, conocido como Tocorón.
“Lo
que mis ojos vieron es lo que yo más reflejo, las cucarachas, las moscas, no pongo
el olor porque no puedo. Hay experiencias de muchos amigos míos que estuvieron
presos, amigos que murieron en la prisión” explica Ochoa. Desde pequeño tuvo
talento para dibujar, pero jamás imaginó hacer de este hobbie un oficio que le permitiría ganarse la vida y reinsertarse a
la sociedad luego de quedar en libertad.
Foto: La Patilla
“Yo
tuve una vida fuerte. Mi primera pistola la tuve a los 14 años. Era mala
conducta. Pero pensé que a mí nunca me iban a agarrar. Cuando el juez dictó la
decisión, no entendía mucho lo que pasaba. Le tuve que preguntar a mi abogado.
Me dieron los tres meses mágicos, que le dan a todo el mundo, y que luego se
convierten en años por el retardo procesal”, cuenta Luidig.
“Cárcel
o infierno” es producto de su ingenio innato nunca antes explorado y las
cruentas experiencias que vivió de primera mano. Originario de Aragua, al salir
de la cárcel Luidig decidió mudarse a Caracas, vender su pistola y comprarse
una computadora. Como por ensayo y error aprendió a usarla y a través de
tutoriales de YouTube fue dominando poco a poco el arte de la animación digital
con programas como Final Cut y After Effects.
Pero
antes de haber siquiera tocado una computadora realizaba animaciones en papel,
con el viejo truco de tomar un cuaderno y dibujar en la esquina de cada página
figuras en distintas poses para que al pasarlas rápidamente ocurriera el
movimiento progresivo.
Las
ilustraciones y animaciones son completamente de su autoría y creatividad,
mientras que las voces de cada personaje que se escuchan en los doce capítulos
que lleva la serie son colaboraciones de amigos y conocidos de Ocho que le
ofrecen su ayuda. Inicialmente, usaba un programa especial para alterar su
propia voz, de manera que podía crear distintos personas por sí mismo. La
música que acompaña la serie es de Julio Pacheco, Fresko, Luis Alberto Delgado
y El Pirulo – El Magister.
Ochoa
se inspiró también en los movimientos de cámara que se aprecian en las
películas, porque “no le gusta que las tomas se vean planas”. Explica también
que no se debe abusar de las sombras o fade
out y no hay que dejar una escena estática por más de 15 segundos.
A
pesar de que pudiera tener la apariencia de un video juego, no se trata
precisamente de la representación de una actividad recreativa. Sangre por
doquier, sonidos de tiros, luchas de chuzo, mafias y escenas sexuales son parte
de lo que se puede ver en “Cárcel o infierno” y, a juzgar por el testimonio del
expresidiario, es el pan de cada día en los penales del país.
Las cifras
Según
las cifras del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) la violencia interna
de los penales dejó más de 500 muertos y 1.200 heridos en 2011. Esto se ve
agravado por el hacinamiento reinante en la gran mayoría de los recintos
penitenciarios del país, en donde si una prisión tiene capacidad para 14mil
internos puede llegar a albergar hasta 50mil.
La
Ministra del Sistema Penitenciario, Iris Varela, designada en el 2011 por el
presidente Chávez ha decretado el cierre de tres penales durante su tiempo de
gestión: el Retén de la Planta, la cárcel de Coro y el Centro Penitenciario de
Centro Occidente (cárcel de Uribana). No obstante, no se han construido los
recintos suficientes para darse abasto con la población penitenciaria
existente.
Enigma puertas adentro
Muy
poco se conoce de manera certera sobre lo que ocurre dentro de los penales
venezolanos. Si bien es sabido que ingresan armas, droga y aparatos
electrónicos, no hay ninguna información oficial sobre el modus operandi ni quien provee o permite estas actividades
irregulares.
El
propio Luidig expresa que hay "muchas cosas que no se pueden contar",
como cuáles son los negocios de los pranes o cómo llegan las armas a manos de
los presos. Sin embargo, en algunos capítulos de la serie se deja entrever como
las visitas y los guardias nacionales que custodian los penales son los mismos
que ingresan el armamento y la droga.
“En el mundo del
malandreo nadie es protagonista”
Luidig Ochoa
La jerga de los pranes
Foto: El Impulso
No
es, precisamente, una comiquita para niños. De comienzo a fin se escuchan
groserías y palabras vulgares. En palabras de Luidig, así es el “malandreo”.
Sencillamente él se limita a reproducir la realidad de las cárceles venezolanas
de la manera más fiel posible.
Los
pranes, volanteros o “principales” como también se les conoce son la autoridad del
gobierno paralelo dentro de los penales. Suelen ser los reos que demuestran más
actitudes violentas, conocen a mucha gente, manejan el tráfico de armas y se
logran imponer por encima del resto. Un pran decide, inclusive, quién debe
morir y quién no. Por debajo de estos se encuentran los luceros, que fungen
como especie de guardaespaldas del pran y son su mano derecha.
Los
“carros” son un grupo de aproximadamente 30 o 60 presos que están fuertemente
armados y deben defender a los volanteros y luceros. También están los
“gariteros”, que son aquellos presos que hacen guardias nocturnas desde una
garita para vigilar que no haya ningún movimiento sospechoso.
“Muchos escuchan el beta
y creen que es una comiquita, pero lo que están viviendo es una realidad
maldita”
Soundtrack de Cárcel o infierno
Éxito
rotundo
Inicialmente,
su intención no era mostrar sus realizaciones a un público amplio, lo hacía
para él y su círculo cercano, así como para aquellos que aún siguen en la
prisión.
El
primer capítulo lo publicó a finales de 2011 en YouTube y cuenta actualmente
con casi 2 millones de vistas. Nada mal para un expresidiario que cambió las
balas por las teclas de una computadora y la pistola por un mouse.
A
los pocos meses de salir en libertad Luidig Ochoa consiguió trabajo en los
canales de televisión Ávila TV y Venezolana de Televisión (VTV), así como en el
Ministerio de Cultura. Desarrolló campañas educativas como “Venezuela mágica” y
otras contra el maltrato a la mujer y las drogas. Su verbo puede resultar crudo
y muy agresivo, pero el trasfondo es claro: no a la violencia desde la
realidad.
Actualmente
ha recibido propuestas para hacer películas y documentales. Pero en su haber ya
cuenta con videos musicales realizados para el rapero “Requesón” y el cantante
de reggaeton Franco “El Gorila”. En el 2009 apareció en el segmento “cómo la
revolución cambió mi vida” del programa Dando y dando en VTV.
Su
finalidad es concientizar a los más jóvenes, ya que Ochoa alega que a esas
edades ser malandro se considera como algo atractivo e incluso como una moda,
pero que la vida del preso es mucho menos glamorosa de lo que un adolescente
pudiera imaginar. Las familias son quienes más sufren, porque desde afuera
desconocen mucho de lo que pasa internamente es los penales.
Luidig
quiere hacer cuantos capítulos le sean permitidos. Quiere llamar la atención a
problemas como el diferimiento, el retardo procesal, los traslados a tribunales
y el hacinamiento. Ochoa no esperaba que la serie tuviera el éxito que posee
actualmente. Es por eso que no ha decidido ponerle fin y periódicamente cuelga
más episodios de “Cárcel o infierno” en YouTube.
“Lo que están viendo
ahorita en comiquita multiplíquenlo por 100 en la vida real”
Luidig Ochoa